jueves, 7 de mayo de 2020

MEDICAMENTO VETERINARIO DE CALIDAD

La LUCHA contra la GARRAPATA es CRUEL y es MUCHA y contra el CORONA es PEOR, pero si cumplimos con las recomendaciones científicas de SEGURIDAD  nacional e internacional, algún día volveremos a esta vida:


En esta oportunidad se proponen dos documentos sobre el tema: Buenas Prácticas; Medicamentos Veterinarios, el primero es una inestimable colaboración del Dr. Jorge Errecalde y el siguiente es Uruguayo, de gran calidad (con sus reglamentos y normas que deberán ser ignorados). Estoy persuadido de la utilidad de ambos y aunque algunos creerán que ya saben lo suficiente sobre estos temas,  les recuerdo que actualmente pensamos, escribimos y hablamos continuamente sobre el CIP (Control Integrado de Parásitos) personalmente prefiero el MIP (Manejo Integrado de Plaguicidas-Garrapaticidas) que comprende el CIP, las Buenas Prácticas de Manejo en la producción pecuaria, las Buenas Prácticas de Uso de los Medicamentos Veterinarios; entre otras. De otra forma, la única salvación al principal problema que nos acecha en la lucha contra las garrapatas; será el descubrimiento y comercialización del Garrapaticida que Resista la Resistencia y eso no ocurrirá.   


EL MEDICAMENTO VETERINARIO DE CALIDAD, EL MEDICAMENTO VETERINARIO TRAZABLE

Jorge Oscar Errecalde
Médico Veterinario. Médico. BVSc (Hons). M. Med. Vet. (Pharm et Tox). Dr Cs Veterinarias
Fellow, American Academy of Veterinary Pharmacology and Therapeutics
Honorary Member, European College of Veterinary Pharmacology and Toxicology
Académico de Número, Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria
Académico Titular. Academia Nacional de Farmacia y Bioquímica.
Académico Correspondiente Extranjero. Real Academia de Ciencias Veterinarias de España.
Profesor Titular Cátedra de Farmacología Básica
Facultad de Ciencias Médicas
Profesor Titular Cátedra de Farmacología, Farmacotecnia y Terapéutica
Facultad de Ciencias Veterinarias
Universidad Nacional de La Plata.
Presidente de INCAM (Instituto de Ciencias Agropecuarias,
Alimentarias y Ambientales
jerrecal@yahoo.com

Cuando se elige y se utiliza un medicamento veterinario, se debe ser especialmente cauto y cuidadoso. Los medicamentos veterinarios deben ser protegidos. Tan protegidos como lo deben ser los animales a los que están destinados, los veterinarios que los aplican y los productores que los pagan.

Proteger un buen medicamento veterinario es usarlo responsablemente, a efectos de mantener su vida útil, impidiendo o demorando la aparición de resistencias, dándole toda la chance de tener éxito y no desprestigiarse inmerecidamente por su mal uso, ya que un buen medicamento veterinario no aparece todos los días.

A todos llama la atención lo costoso y laborioso que es el proceso de aparición de un nuevo medicamento en el mercado. También llama la atención la escasez de nuevos desarrollos.

En este contexto, es interesante analizar las diferencias entre las ventas de la industria farmacéutica humana y la veterinaria. Desde hace muchos años, las ventas de medicamentos humanos son diez veces más importantes que las ventas de productos veterinarios. Esto explica claramente las preferencias por la inversión en salud humana y no en salud animal. Dado que la inversión en descubrimiento y desarrollo es exactamente la misma para un producto humano y uno veterinario, es evidente que las ganancias son muy diferentes.

La inversión en investigación y desarrollo ha ido cambiando con el tiempo.  Mientras que, en las últimas décadas del siglo pasado la inversión en investigación reportaba nuevos descubrimientos, posteriormente se fue dando menos importancia a las novedades y se comenzó a aumentar la inversión en  investigación defensiva. Esto, cuya definición se ha puesto de moda en los últimos meses, tiene unos cuantos años de evolución. La explicación está dada por la defensa que las empresas debieron hacer de sus descubrimientos. Los fondos de investigación y desarrollo se desviaron hacia nuevas indicaciones, formas de administración, liberación lenta, etc. Eso, obviamente, repercutió en un menor número de nuevas drogas.

El actualmente definido como reposicionamiento de viejos fármacos, es un fenómeno tan viejo como la farmacología misma. En las décadas del 40 y 50, la búsqueda de nuevos agentes antimaláricos permitió el descubrimiento de antihistamínicos y, como consecuencia del uso de éstos, se llegó finalmente a los neurolépticos y antipsicóticos actuales. Hay antimicrobianos que se dejaron de usar en medicina por su toxicidad, como la colistina. Este fármaco fue muy utilizado en medicina veterinaria hasta que, en los últimos años, debido al avance de la resistencia microbiana, se lo reposicionó como un antibiótico de primera línea en el tratamiento enfermedades por bacterias resistentes. Y se podría seguir mencionando ejemplos. El que nos ocupa estos últimos días es el de la ivermectina, droga noble, segura y eficaz. Tenemos noticias de su eficacia “in vitro” para el control del SARS-COV-2, agente etiológico de la COVID-19. Esto ha generado conmoción en todo el mundo y se trabaja en la confirmación o no de su eficacia en sistemas “in vivo”.

Estas nuevas drogas que son cada vez menos, deben ser seleccionadas y usadas cuidadosamente.

El éxito de la terapia medicamentosa depende de varios factores: Un diagnóstico correcto es el paso inicial y esencial. En función de ese diagnóstico, se seleccionará el agente adecuado para corregir la patología. Une vez definido el agente terapéutico, entramos en el aparentemente complejo terreno de la elección del medicamento.

La elección del medicamento que vamos a administrar es, sin lugar a dudas, un punto crucial del proceso. La selección de un medicamento veterinario no es un problema simple, especialmente si se pretende tener éxito con la utilización del mismo. Un medicamento bien seleccionado y utilizado es una inversión, una inversión muy rentable. Cuando se falla en ese proceso, el medicamento se transforma en un costo, que no es el único, porque hay que sumarle los de las consecuencias de su mal uso (mortandad, caídas de la producción, etc.). He aquí una responsabilidad ineludible del profesional. El veterinario debe ser cuidadoso y sagaz en su elección. Él debe elegir un producto con respaldo, un producto de calidad. Si el veterinario está informado, él podrá preguntar, él podrá evaluar, él podrá exigir que se le presenten las pruebas de la calidad del producto.

La calidad de un producto comienza por la calidad de las materias primas. Los principios activos con que se elabora deberán ser de excelencia. Los excipientes deberán ser óptimos. La presentación deberá ser, más allá de lo vistosa que parezca, adecuada y práctica. Las características físicas del producto, y esto que parece una obviedad, hay que mencionarlo claramente, deben ser irreprochables. Lo mismo debemos decir de la composición, ésta debe coincidir exactamente con lo declarado en la etiqueta.

El proceso de elaboración es esencial, se debe trabajar con buenas prácticas de manufactura. Las buenas prácticas de manufactura aseguran que el proceso de fabricación de un medicamento sea trazable desde la materia prima hasta el mostrador. Aseguran que cada partida del producto sea exactamente igual a las otras. Permiten que el producto sea confiable.

Probablemente los antecedentes de las buenas prácticas de manufactura se remonten a la década del 60, en que la NASA comenzó con un sistema de control para los alimentos de los cosmonautas, que consideraba, no solamente el control final, sino el del proceso todo. En el año 1991, la FDA, retoma el sistema. Esta forma de trabajar es definida como Análisis de riesgos y control de puntos críticos (HACCP). El sistema consta de siete etapas, que son:

                        Identificación de riesgos potenciales
                        Determinación de puntos críticos de control
                        Establecimiento de límites críticos
                        Instalación de sistemas de monitorización
                        Generación de acciones correctivas cuando se superan los límites
                        Registro adecuado y completo de todo
                        Verificación periódica del sistema

Los procedimientos de operación estándar (SOPs) son las herramientas para proceder con calidad.

Todo lo mencionado supone las bases de las buenas prácticas de elaboración, y también, de las buenas prácticas clínicas y de laboratorio.

El profesional debe exigir, además de las pruebas de calidad en la manufactura, soporte científico-técnico. Solamente quien ha experimentado exhaustivamente su producto está en condiciones de asesorar al usuario.

Cuando un medicamento entra en el organismo, debe cumplir con tres fases:
                                   Fase farmacéutica
                                   Fase farmacocinética
                                   Fase farmacodinámica

La fase farmacéutica implica todo el proceso de disolución, a través del cual el medicamento se pone en contacto con la parte del organismo que regulará su absorción. Esta fase es modulada por la formulación del producto.

La fase farmacocinética es la que sigue. Consta de cuatro etapas, la absorción, la distribución, el metabolismo y la excreción.

Finalmente la fase farmacodinámica, es aquella a través de la cual, el medicamento ejerce su acción. Para lo que, a través de la fase farmacocinética debe haber llegado al sitio activo.

Cuando el medicamento se administra debe ser biodisponible. Esto se logra a través de procesos farmacéuticos complejos que hacen al diseño y al desarrollo farmacéutico del producto. La liposolubilidad de la molécula, la modulación de la biodisponibilidad por medio de diferentes excipientes o vehículos y la modulación de la persistencia son pasos esenciales del diseño farmacéutico.

Para decir que dos productos farmacéuticos son iguales, hay que hacer pruebas de bioequivalencia. Esta es la única forma de medir biodisponibilidad comparativamente. Son pruebas que se deben realizar “in vivo”.

Cuando el veterinario se decide a tratar un animal, especialmente si se trata de un antimicrobiano, debería considerar:

                        Tener un diagnóstico certero, si no
Tratar a ciegas (lo que no es necesariamente malo si se hace criteriosamente)
Considerar la cinética del agente seleccionado
Deberá tomar en cuenta, además:
                               Elaboración y control del producto
                               Soporte técnico
                               Investigación disponible
                               Calidad
                               Precio

Actualmente, las prácticas de calidad comienzan con la idea de desarrollar un nuevo medicamento. Los experimentos destinados a detectar eficacia o a confirmarla, deben ser desarrollados bajo Buenas Prácticas Clínicas (GCP). Las GCP permiten que un experimento sea planificado, ejecutado, registrado, monitorizado y reportado de una manera unívoca, a través de la cual no quedará duda de ningún tipo y todo será perfectamente trazable. Cuando se trabaja con GCP, una parte esencial son las Buenas Prácticas de Documentación (GDP), a través de las cuales, en formularios especialmente diseñados, se recoge toda la información atinente al experimento en cuestión. Todos los ensayos que se lleven a cabo durante la experimentación, elaboración y control del producto, se deberán realizar bajo Buenas Prácticas de Laboratorio (GLP). Estas normas permiten que los resultados tengan validez generalizada dentro del país y en el exterior.

Así es como podemos decir que un producto elaborado de acuerdo a normas de calidad, será monitorizado a través de toda su vida, desde la idea, pasando por todas las fases de investigación y desarrollo del producto que llegará al mercado. Desde la adquisición o síntesis de su materia prima, pasando por todos los pasos de su elaboración, hasta su utilización y los resultados de la misma. Que habrá un sistema de control de puntos críticos en función de los cuales, cualquier alteración del proceso será detectada y corregida de inmediato. Que habrá un sistema de apoyo científico-técnico al veterinario y al productor, en todo lo atinente al buen uso, eventuales efectos colaterales y farmacovigilancia.

Por otra parte, un medicamento en cuya elaboración no se siguieron pautas de calidad, no solamente no nos garantiza el éxito terapéutico, no nos garantiza la homogeneidad entre partidas, lo que es aún más serio. Aún en el caso de que usando un medicamento que no fue elaborado bajo pautas de calidad hubiéramos tenido un buen resultado terapéutico, no hay ninguna garantía de que, si lo usamos nuevamente, el medicamento funcione de igual forma.

En definitiva, un producto de calidad es un producto trazable, es un producto predecible, es un producto confiable. Uno debe confiar en un producto de calidad, porque un producto de calidad es una inversión y no un costo.


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