miércoles, 20 de mayo de 2020

CONSIDERACIONES SOBRE POBLACIONES DE GARRAPATAS TOLERANTES A LOS TRATAMIENTOS (1)

La LUCHA contra la GARRAPATA es CRUEL y es MUCHA y contra el CORONA es PEOR, pero si cumplimos con las recomendaciones científicas de SEGURIDAD  nacional e internacional, algún día volveremos a esta vida:



CONSIDERACIONES SOBRE POBLACIONES DE GARRAPATAS TOLERANTES A LOS TRATAMIENTOS (I).

Una de las principales causas del deterioro actual de la lucha contra la garrapata Rhipicephalus (Boophilus) microplus es la capacidad que tiene de desarrollar manifestación clínica de tolerancia y desde luego resistencia, a las distintas moléculas que se han utilizado históricamente en su control. El problema no se reduce solamente a la aparición de la resistencia parasitaria, sino que es un proceso que se acelera con el tiempo; llevando a una progresiva disminución de la vida útil de los principios activos utilizados para su control.

Pueden ser varios los motivos que hagan sospechar tal situación por ejemplo falla de los tratamientos, observación de un periodo de poder residual más breve o problemas para limpiar tropas con destino a despacho. Fundamentalmente, se suele relacionar la resistencia emergente con la sobrevida de elementos luego de reiterados tratamientos en general con una misma molécula. Esta tolerancia se produce paulatinamente, primero con pocos estadios parasitarios presentes usualmente no perceptibles; luego sobreviene la dispersión de los mismos sin que todavía sea muy evidente y por último, ocurre la emergencia de la resistencia en la que por la variedad de estadios y cantidad de garrapatas encontradas, se convierte en una situación fácilmente apreciable para el común de la gente.

En forma práctica podría describirse la forma de presentarse este escenario de la siguiente manera; primero se observa la sobrevivencia de algunas metaninfas que continúan su ciclo evolutivo, al avanzar la emergencia se aprecian también  partenoginas y luego neoginas y gonandros. Las teleoginas pueden parecer más pequeñas al principio de una resistencia emergente, debido a las dificultades para alimentarse en forma normal, y en etapas finales con resistencia plenamente instalada; se observan teleoginas completamente ingurgitadas de tamaño normal.

La presentación  de resistencia parasitaria debe comprobarse fehacientemente y requiere de la evaluación de cada situación, para poder llegar a un diagnóstico correcto e intentar un control razonable de la emergencia o planear la erradicación de la población. Es además fundamental corregir las principales causas que provocaron esta situación o que permiten la persistencia de la falla de tratamiento.

Para esto deberían considerarse los siguientes factores:

Determinación de la concentración del principio activo y del pH del líquido del bañadero/s que se encuentren en el establecimiento, cuando se trate de garrapaticidas utilizados en forma de inmersión; o bien en casos de tratamientos distintos a los de balneación, el análisis químico de la composición de la formulación comercial, si el profesional actuante lo considera pertinente.

Para conocer el problema que se enfrenta y diseñar un plan correctivo, es necesario realizar un diagnóstico de situación, para determinar así el riesgo que representa. En principio, en el momento adecuado, se deben colectar teleoginas (entre 80 y 100 ejemplares) para ser enviadas a un laboratorio capacitado con el fin de realizar un análisis del perfil de sensibilidad a distintos principios activos. Para esto se utilizan bioensayos como la  inmersión de teleoginas o el paquete de larvas; técnicas recomendadas por FAO y utilizadas tanto para garrapaticidas de contacto o sistémicos y comprende prácticamente la totalidad de principios activos existentes en el mercado.

Estas técnicas de análisis proporcionan un perfil fenotípico de la cepa investigada y no genotípico; por lo tanto en caso de intentar la erradicación de la cepa con resistencia emergente, debe indefectiblemente utilizarse tratamientos con rotación de moléculas ya que, aún con un diagnóstico de sensibilidad a un determinado principio activo, pueden estar presentes genes resistentes en baja proporción y prácticamente indetectables a campo, los que pueden manifestarse luego de  una presión de selección química inadecuada.  

La expresión “cepas multirresistentes” puede resultar desagradable y producir cierto temor, pero debemos considerarlo como un hecho real que ya se encuentra en nuestros campos. Aunque esta situación no esté confirmada fehacientemente por los laboratorios, hace años se conocen casos diagnosticados de resistencia a organofosforados, piretroides, amitraz; y más recientemente, a fipronil. Cabe destacar que una vez establecida la resistencia esta situación no se revierte; por lo que, poblaciones con resistencia a por lo menos a dos o tres principios activos son una realidad a tener en cuenta. A  todo esto se agregan las comunicaciones de fallas de tratamiento a continuación de aplicaciones de lactonas macrocíclicas. Por lo tanto puede suponerse que en la medida que se envíen con más frecuencia muestras de teleoginas a laboratorios competentes para la realización de bioensayos, se presentará la posibilidad de encontrar poblaciones de garrapatas multirresistentes a mediano plazo.

Se asume que en una población de parásitos sin exposición previa a un fármaco, la cantidad de individuos homocigotos resistentes es muy baja, estando presentes en mayor número los heterocigotos resistentes y estos individuos son los que se seleccionan con los sucesivos tratamientos; su cruzamiento dará origen al establecimiento definitivo de la resistencia. El aumento en la frecuencia de tratamientos también acelera la selección de individuos resistentes (Kunz y Kemp, 1994).

Se entiende como poblaciones multirresistentes aquellas que no solo presentan una resistencia “histórica” (fosforados, piretroides, amitraz) sino que a esta situación preexistente, se  suma un nuevo principio activo  lactonas macrocíclicas o fipronil. (Ulises Cuore-DILAVE-Uruguay).

 Sumado a esto en el año 2014 se publicó el primer caso de resistencia a fluazuron, diagnosticado en el “Instituto de Pesquisas Veterinárias Desidério Finamor”; ubicado en la zona del “Eldorado do Sul”, a 20 km de Porto Alegre, Brasil. (Reck, 2013).

Tradicionalmente, la actitud de muchos productores frente al problema de una falla de tratamiento o ante una resistencia emergente, es cambiar el producto sin criterio técnico; buscar asesoramiento en  el comercio veterinario, aumentar la concentración del principio activo en el baño de inmersión sin cambiarlo o también, disminuir el intervalo entre baños terminando así en una presión de selección insostenible.

En última instancia, un profesional veterinario capacitado debería elaborar la propuesta correctiva al problema; la pérdida de tiempo conduce a una resistencia definitiva y será más difícil su resolución en forma favorable.

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Sujeto a revisiones permanentes, escrito con responsabilidad solitaria de V y con ayuda de trabajos previos de Mario Muñoz Cobeñas, César Mattos y Ulises Cuore y la inestimable colaboración de Antonella Barbieri.


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