CONSIDERACIONES SOBRE
POBLACIONES DE GARRAPATAS TOLERANTES A LOS TRATAMIENTOS (I).
Una de las principales causas del deterioro
actual de la lucha contra la garrapata Rhipicephalus
(Boophilus) microplus es la capacidad que tiene de desarrollar
manifestación clínica de tolerancia y desde luego resistencia, a las distintas
moléculas que se han utilizado históricamente en su control. El problema no se
reduce solamente a la aparición de la resistencia parasitaria, sino que es un
proceso que se acelera con el tiempo; llevando a una progresiva disminución de
la vida útil de los principios activos utilizados para su control.
Pueden ser varios los motivos que hagan
sospechar tal situación por ejemplo falla de los tratamientos, observación de
un periodo de poder residual más breve o problemas para limpiar tropas con
destino a despacho. Fundamentalmente, se suele relacionar la resistencia
emergente con la sobrevida de elementos luego de reiterados tratamientos en
general con una misma molécula. Esta tolerancia se produce paulatinamente,
primero con pocos estadios parasitarios presentes usualmente no perceptibles;
luego sobreviene la dispersión de los mismos sin que todavía sea muy evidente y
por último, ocurre la emergencia de la resistencia en la que por la variedad de
estadios y cantidad de garrapatas encontradas, se convierte en una situación fácilmente
apreciable para el común de la gente.
En forma práctica podría describirse la forma
de presentarse este escenario de la siguiente manera; primero se observa la
sobrevivencia de algunas metaninfas que continúan su ciclo evolutivo, al
avanzar la emergencia se aprecian también partenoginas y luego neoginas y gonandros. Las
teleoginas pueden parecer más pequeñas al principio de una resistencia
emergente, debido a las dificultades para alimentarse en forma normal, y en
etapas finales con resistencia plenamente instalada; se observan teleoginas
completamente ingurgitadas de tamaño normal.
La presentación de resistencia parasitaria debe comprobarse fehacientemente
y requiere de la evaluación de cada situación, para poder llegar a un
diagnóstico correcto e intentar un control razonable de la emergencia o planear
la erradicación de la población. Es además fundamental corregir las principales
causas que provocaron esta situación o que permiten la persistencia de la falla
de tratamiento.
Para esto deberían considerarse los siguientes
factores:
Determinación de la concentración del
principio activo y del pH del líquido del bañadero/s que se encuentren en el
establecimiento, cuando se trate de garrapaticidas utilizados en forma de
inmersión; o bien en casos de tratamientos distintos a los de balneación, el
análisis químico de la composición de la formulación comercial, si el
profesional actuante lo considera pertinente.
Para conocer el problema que se enfrenta y
diseñar un plan correctivo, es necesario realizar un diagnóstico de situación, para determinar así el riesgo que
representa. En principio, en el momento adecuado, se deben colectar teleoginas (entre 80 y 100 ejemplares) para
ser enviadas a un laboratorio capacitado con el fin de realizar un análisis del
perfil de sensibilidad a distintos principios activos. Para esto se utilizan
bioensayos como la inmersión de
teleoginas o el paquete de larvas; técnicas recomendadas por FAO y utilizadas
tanto para garrapaticidas de contacto o sistémicos y comprende prácticamente la
totalidad de principios activos existentes en el mercado.
Estas técnicas de análisis proporcionan un
perfil fenotípico de la cepa investigada y no genotípico; por lo tanto en caso
de intentar la erradicación de la cepa con resistencia emergente, debe
indefectiblemente utilizarse tratamientos con rotación de moléculas ya que, aún
con un diagnóstico de sensibilidad a un determinado principio activo, pueden
estar presentes genes resistentes en baja proporción y prácticamente
indetectables a campo, los que pueden manifestarse luego de una presión de selección química inadecuada.
La expresión “cepas multirresistentes”
puede resultar desagradable y producir cierto temor, pero debemos considerarlo
como un hecho real que ya se encuentra en nuestros campos. Aunque esta
situación no esté confirmada fehacientemente por los laboratorios, hace años se
conocen casos diagnosticados de resistencia a organofosforados, piretroides, amitraz;
y más recientemente, a fipronil. Cabe destacar que una vez establecida la
resistencia esta situación no se revierte; por lo que, poblaciones con
resistencia a por lo menos a dos o tres principios activos son una realidad a
tener en cuenta. A todo esto se agregan
las comunicaciones de fallas de tratamiento a continuación de aplicaciones de
lactonas macrocíclicas. Por lo tanto puede suponerse que en la medida que se envíen
con más frecuencia muestras de teleoginas a laboratorios competentes para la realización
de bioensayos, se presentará la posibilidad de encontrar poblaciones de
garrapatas multirresistentes a mediano plazo.
Se asume que en una
población de parásitos sin exposición previa a un fármaco, la cantidad de
individuos homocigotos resistentes es muy baja, estando presentes en mayor
número los heterocigotos resistentes y estos individuos son los que se
seleccionan con los sucesivos tratamientos; su cruzamiento dará origen al
establecimiento definitivo de la resistencia. El aumento en la frecuencia de
tratamientos también acelera la selección de individuos resistentes (Kunz y
Kemp, 1994).
Se entiende como
poblaciones multirresistentes aquellas que no solo presentan una resistencia “histórica”
(fosforados, piretroides, amitraz) sino que a esta situación preexistente, se suma un nuevo principio activo lactonas macrocíclicas o fipronil. (Ulises
Cuore-DILAVE-Uruguay).
Sumado a esto en el año 2014 se publicó el
primer caso de resistencia a fluazuron, diagnosticado en el “Instituto de
Pesquisas Veterinárias Desidério Finamor”; ubicado en la zona del “Eldorado do
Sul”, a 20 km de Porto Alegre, Brasil. (Reck, 2013).
Tradicionalmente, la actitud de muchos
productores frente al problema de una falla de tratamiento o ante una
resistencia emergente, es cambiar el producto sin criterio técnico; buscar
asesoramiento en el comercio veterinario,
aumentar la concentración del principio activo en el baño de inmersión sin
cambiarlo o también, disminuir el intervalo entre baños terminando así en una
presión de selección insostenible.
En última instancia, un profesional veterinario capacitado debería elaborar la propuesta correctiva al problema; la pérdida de tiempo conduce a una resistencia definitiva y será más difícil su resolución en forma favorable.
Sujeto a revisiones permanentes, escrito con responsabilidad solitaria de V y con ayuda de trabajos previos de Mario Muñoz Cobeñas, César Mattos y Ulises Cuore y la inestimable colaboración de Antonella Barbieri.
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